miércoles, 10 de agosto de 2016

AUSENCIAS

        En ocasiones anteriores, directa o indirectamente, el protagonista de estas líneas ha sido Javier Gómez Noya. Parece un tema recurrente, y en realidad lo es, pero es que el tío se lo tiene merecido porque no deja de dar muestras, una y otra vez, de lo inmenso que es como deportista y como persona.

        No hace mucho hablaba con un compañero de Inef. Triatleta y entrenador de triatletas. Lo correcto sería decir que wasapeábamos porque ahora ya no se habla, se wasapea. El caso es que le envié un enlace de una entrada del blog y hablando de qué tal las cosas, los entrenos y demás, no sé por qué, pero le prometí que a la vuelta de las vacaciones escribiría un artículo sobre la participación de Gómez Noya en Río. Su contestación a mi promesa fue: "ya sea para bien o para mal", en alusión a la victoria o derrota en la competición. Mi respuesta fue que para mal nunca, haciendo hincapié en que si, después de todos estos años alguien puede sentirse defraudado por no conseguir el oro en Río es que, evidentemente y con perdón, no tiene ni "puñetera" idea del esfuerzo y dedicación que supone el día a día de un deportista de élite.



        Yo creo que todo deportista de este nivel contrae una obligación con todos aquellos aficionados  que nos emocionamos con sus gestas y gestos, deportivas y humanos (más si cabe con estos últimos. Si habéis leído el epílogo del libro "A Pulso", de Chris McCormack sabéis a lo que me refiero); que los seguimos, en directo en ocasiones y la mayoría de las veces a través de los medios de comunicación. Esta obligación no es la de ganar. Para nada. Esta obligación no va mas allá de prepararse para poder optar a ello o la de hacerlo lo mejor posible dentro de las posibilidades o capacidades de cada uno. Si haces todo lo que está en tu mano para llegar en el mejor estado de forma posible y disputar la carrera, yo como aficionado no puedo pedir más. Si me apuras, incluso en el caso de los patrocinadores debiera ser igual. Pienso, supongo que de un modo romántico, que más allá de la publicidad o camisetas que lleguen a vender, a lo que realmente contribuyen es a la consecución de un sueño con el que de un modo u otro también se identifican a través de los valores y principios que el deportista representa y que su especialidad deportiva demanda. La presión que el deportista pueda llegar a tener debiera ser, única y exclusivamente, la que el mismo se ponga sin tener en cuenta nada ni nadie más, excepto (en sentido positvo) la de su círculo más cercano.

        Acostumbro a decir que la suerte no existe, que es algo que hay que buscar y que se hace a través del trabajo. Y que todo aquello que consigues es una consecuencia del  mismo. Nada es por casualidad. Todo deportista, en la búsqueda de sus objetivos, trabaja en aquellos campos o facetas que están a su alcance hasta tenerlo todo bajo control. Sin embargo, quizás la suerte está en esas circunstancias inesperadas que escapan a ese control (un pinchazo, una caída).

        No contaba con escribir este artículo tan pronto, pero lamentablemente, Gómez Noya no va a competir en Río por una de esas circunstancias desafortunadas en forma de caída, calificada por él mismo como tonta. Acostumbro a decir también que no importa como estén los demás, importa como estás tú. Y si tú estás bien, los demás que se preparen. Estoy seguro que la preparación había sido buena. Por tanto, incluso sin participar, para mí ya has ganado.




        Es imposible siquiera llegar a imaginarse lo duro que ha debido ser el palo de no poder estar en Río. Sin embargo, ha tenido la valentía y humildad necesarias para renunciar inmediatamente a su plaza en beneficio de otro compañero en vista de que no había tiempo material para recuperarse con garantías. Una muestra más de su clase. Estoy convencido que otros en su caso hubieran agotado plazos.

        Me vais a perdonar pero los Juegos de Río ya no serán lo mismo. Hay pocos atletas que despierten en mí tal admiración como Javier Gómez Noya y que me hagan estar pegados a la tele con la incertidumbre y emoción de lo que pueda llegar a pasar.

        En la última final de Champions le preguntaron a Simeone si se tomarían venganza de la anterior de Lisboa donde se habián enfrentado ambos equipos. Su acertada respuesta fue que de venganza nada, que la vida lo que hace es poner ante ti nuevas oportunidades. ¿Tokyo 2020?.

        Ánimo y a recuperarse bien para estar de nuevo en la brecha. Me gustaría añadir una obligación más a la de prepararse a conciencia. No es otra que la de disfrutar con ello.


P.D.: Sabéis que en ocasiones me gusta tirar de experiencia personal para ilustrar los temas de los que escribo. Recuerdo una caída de las tontas que, por "suerte", afectó más a mi dignidad que a mi integridad física. Todos conocéis la leyenda urbana esa que cuenta que los profesores tenemos mucho tiempo de vacaciones. Pues bien, recuerdo que mi mujer trabajaba en Vigo por aquella época y yo aprovechaba el tiempo libre para recorrer la carretera que va de Vigo a Bayona por la costa. Terminado el entrenamiento me dispuse a tomar un refrigerio con mi mujer aprovechando el parón del café en la Porchaba, en Rosalía de Castro. Los que conozcáis Vigo sabréis que es un sitio donde para mucha gente. Nos dirigíamos hacia allí, mi mujer a pie y yo con la bicicleta a muy baja velocidad. Si a la baja velocidad le unes mi inexperiencia con los pedales automáticos se juntan dos variables que provocaron que mis huesos besaran el suelo ante el estupor primero y las risas después de los presentes al ver que no me había hecho daño.