sábado, 14 de noviembre de 2020

"NADA APRENDEMOS. NO HAY FUTURO"

 "Nada aprendemos. Non hai futuro" Página 30 del libro "Silencio" de Agustín Agra. 

En la presentación del libro, luego de una acertada y divertidísima introducción de Antonio Piñeiro, Agustín comenzaba su intervención con una cita de Euclides de Alexandría, "lo que es afirmado sin prueba puede ser negado sin prueba" Y la terminaba diciendo más o menos lo siguiente, "si me vas a criticar, hazlo, pero con fundamentos en los que basarte" Que nos leyéramos el libro, vamos.

Bien, después de haberlo hecho he de admitir que, aunque quisiera, non hai por onde collerche! Bo traballo!

Esas simples cinco palabras de la página 30 me han servido como fuente de inspiración e impulso para esta entrada, para cuestionarlas a pesar de estar de acuerdo porque lamentablemente, pruebas rotundas de que nada aprendemos, las hay. Sin embargo, haciendo enorme gala del carácter positivo, que no optimista de Sofía, creo que podemos atisbar una pequeña y tenue luz al final del túnel que alumbre un poco de conocimiento, de esperanza, de responsabilidad, de ilusión... de futuro.

En la presentación del libro, Antonio Piñeiro decía estar cansado de ese tipo de literatura plana, esa narrativa donde, desde la introducción, ya adivinas por donde van a ir los tiros y hace que pierdas el interés por la lectura. Calificaba "Silencio" como algo distinto, como un soplo de aire fresco, "unha boa lectura a carón do mar en verán ou a carón do lume en inverno" Comparaba ese tipo de literatura, que poco tiene que ofrecer, con la música machacona de estribillos repetitivos y poco elaborados que nos asola a diario.

En esta ocasión, han sido las palabras de este libro y lo vivido en su presentación, lo que me ha hecho reflexionar y buscar pruebas sobre si se puede aprender. Como siempre, recuerdo que hablo por lo que sé, desde la experiencia y por las experiencias que voy acumulando. 

En casa tratamos siempre de esforzarnos por hacer lo correcto y con la educación, más si cabe. Tratamos de transmitir las cosas como son y también aportar lo que nos gusta, lo que lleva implícito aquello que no. Hemos tratado de orientar, que no adoctrinar, a nuestro hijo, para que recorra su propio camino y adquiera ese carácter diferenciador que aporte bagaje, riqueza, a su vida. En alusión al tema de la música, en casa hemos tratado de mantenernos alejados de ciertos géneros y tipos de música por no considerarlos precisamente eso... música, y porque el mensaje que pudieran transmitir no nos parecía correcto. Que quede claro que mi intención no es menospreciar ningún género de música. Simplemente hay tipos que, a mí personalmente, me aportan más. Más allá de eso, escuchamos de todo y de todo se aprende. La prueba es que, este verano nuestro hijo, con 13 años, se compraba el libro: "El pequeño libro de la Black Music"


Tiempo más tarde, compartía con nosotros a través de Whatsapp (haciendo buen uso de las redes sociales y "nuevas" tecnologías) una lista de reproducción de Spotify que titulaba de esa manera: "Black Music" B.B.King, Taj Mahal, Muddy Waters, James Brown, Otis Redding, Ray Charles, Gloria Gaynor, Etta James, Aretha... pedazo de playlist!!! A propósito de la música negra, esto me lleva a lo del Black or White (no el de Michael Jackson) tan de actualidad siempre, desgraciadamente, del cual hablaremos un poco más adelante.

Varios días a la semana nos desplazamos a Santiago para entrenar a baloncesto y durante el viaje escuchamos música de todo tipo: ACDC, Queen, Bob Dylan, Springsteen, Boston, U2, Fito y Fitipaldis, Creedence Clearwater Revival, Police, Kiss, Dire Straits, Pink Floyd, Van Morrison, Janis Joplin, MClan, Seguridad Social... playlist que hemos ido confeccionando con el tiempo. Este último viernes sonaba Guns N´Roses con November Rain que pertenece al álbum Use your Ilusion I. Después empezó a sonar Manolo García con Nunca el tiempo es perdido, canción que dice así:

"Nunca el tiempo es perdido
tan solo un recodo más
en nuestra ilusión 
ávida de olvido
Nunca el tiempo es perdido
tan solo un recodo más
en nuestra ilusión 
ávida de cariño"

Creo que la ilusión a la que hace referencia es vital mantenerla para aprender y para no dar por perdido este tiempo de pandemia. Yo he aprendido muchísimo de la música que le gusta a mi hijo y quiero pensar que él ha aprendido inicialmente de la que nos gusta a nosotros porque el aprendizaje va en ambos sentidos, no puede ser de otra manera. Hablaba antes de la música negra, llamada así, evidentemente, porque está hecha por negros. Y cuando decimos negro parece que es algo malo, como de segunda categoría. Sin embargo ser negro no es bueno ni malo, es solo un color. La música y el deporte son de todos los colores, como la bandera arcoiris, lo que no quiere decir que sean gays o lesbianas, que también podría ser, en cuyo caso el problema no sería de ellos sino de los que no lo aceptan porque lo que importa es lo que llevas dentro y la manera que tengas de sacarlo, que seas buena persona desde el respeto, Respect que diría Aretha Franklin. Si escuchas tocar la guitarra a Gary Moore; irlandés de Belfast, blanco por supuesto, te costaría diferenciarlo de B.B.King. Y si se juntan, como en Since I met you baby, no ves un color, escuchas, sientes la música y disfrutas con ella

Mi hijo juega al basket. En su grupo de entrenamiento, reducido por las restricciones de la pandemia a 9 más el entrenador, hay dos negros. Más allá del color, lo que ve son dos tíos enormes que comparten su misma afición por el deporte, por su deporte. Sabe que con su ayuda y compromiso, con el compromiso de todos, crecerá como jugador y como persona. Y lo hará de la mejor manera posible; desde el respeto, disfrutando y esforzándose cada día por conseguirlo. 

Estos días hay un mallorquín que juega al tenis, Rafa Nadal creo que se llama, que ha hecho un anuncio para un banco. Dicen las malas lenguas que ha ganado no sé cuantas veces un torneo que se juega en París sobre tierra batida. Bueno, el caso es que mantiene una conversación con un chavalín que le dice que quiere ser como él. Rafa le dice que no, que tiene que ser el mismo, que debe proteger lo que le hace diferente, lo que le hace único. Gran lección. Si tienes la valentía de buscar tu propio camino, aunque sea apoyándote y dejándote guiar en los inicios, serás capaz de hacer grandes cosas, marcarás la diferencia con lo que ya hay establecido. Quién sabe, quizá algún día podría convertirse en una gran lectura junto al mar en verano o junto al fuego en invierno. 


Sí podemos aprender. Así quiero creerlo, aunque... Fijaos que importante es el deporte en todos los aspectos; mental, social, físico. No dejan, en estos tiempos de pandemia, de resaltar sus bondades. Hay una distancia de seguridad que aquellos que montamos en bicicleta tenemos interiorizada porque nos va la vida en ello, algunos incluso hemos probado lo que se siente cuando no se respeta y no es de buen gusto, os lo puedo asegurar. Es una medida de seguridad que lleva instaurada muchos años ya, 1,5 METROS de distancia para adelantar a un ciclista en carretera. Es un gesto de respeto y responsabilidad hacia el ciclista, que será el más perjudicado en caso de accidente, y un gesto de respeto y responsabilidad hacia ti mismo, conductor, que estarás haciendo lo correcto. Pues a veces, también os lo puedo asegurar, cuesta respetar esta distancia. Por eso no me extraña que, en esta sociedad que nos ha vuelto cómodos o directamente ...................... (autocompletar), no seamos capaces de mantener esa misma distancia en nuestras relaciones sociales; cuando nos han dicho por activa y por pasiva que es una medida válida junto con otras (también sencillas) que están en nuestra mano y no aplicamos siempre que debemos, esperando una vacuna que no sabemos cuando llegará ni si estará a disposición de todos. Es un simple gesto de respeto hacia los demás y hacia nosotros mismos que salva vidas. Pero quizás los demás no nos importen, o quizás tampoco nosotros seamos importantes. Creo, de verdad, que sí podemos aprender. 

Por cierto, la mejor solista española de todos los tiempos, sin ningún género de dudas, María Dolores Pradera. Me lo enseñó mi madre hace mucho tiempo.