¡Que noche la de aquel año! era el título de un programa de televisión presentado por Miguel Ríos allá por el 87 en el que hacia un repaso a la historia del rock. Vaya noche debió ser aquella, de un verano del 65, cuando nacía Pink Floyd como grupo en Londres. Y ¡que noche! la de este sábado pasado en el Fina Stampa con Embrio, banda noiesa que no pretende ser un grupo tributo que se limita a tocar partituras.
Antón Horta, propietario del Fina Stampa y facilitador de oportunidades para que otros pongan su arte al servicio del público, en su dedicatoria al finalizar el concierto abogó por la música no enlatada sino vivida en directo, música que requiere de esfuerzo y dedicación, de horas de ensayo para complementar las diferencias de cada músico y hacer que suenen a una, encajando esas diferencias y haciéndolas virtudes en un lugar y a una hora en concreto (con la media hora de retraso de rigor propia de las grandes bandas, por supuesto) encontrando su sitio y haciendo partícipes a los allí presentes. La música en directo se vive en el presente pero su magia puede transportarte al pasado, a la niñez, a ese despertar musical, a esa hora después de comer antes de volver al cole con el magnetófono de casete tumbado en cama escuchando a los Dire Straits, Pink Floyd, Peter Gabriel, Van Morrison, David Bowie, BB King, Janis Joplin...
Ramón Moas, Manolo Mariño, Tono Lado... me vas a perdonar pero no te ponía nombre hasta que mis fuentes, gracias Vero, me ilustraron al finalizar el concierto. Me dejo para el final a Luis, "Yiyo", Sanmartín porque este es un blog de deporte y compartimos el amor por el atletismo. Y si podía haber algo que le guste más que el mejor deporte del mundo, este sábado noche, una vez más lo ha dejado claro. ¡Como disfruta con las baquetas en las manos! "aporreando" la batería y transmitiendo esa pasión que no se puede esconder cuando es verdadera.
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