viernes, 13 de septiembre de 2024

UN POQUITO DE POR FAVOR

Septiembre es el inicio de muchas cosas; el otoño, la vuelta al cole, el comienzo de la temporada. Desde que empecé a correr, allá con 11 años, septiembre es el inicio de la temporada, el momento de poner en marcha la maquinaria de nuevo. Bien es cierto que, con la edad, la maquinaria hay que ponerla en marcha cada día sea o no septiembre. Cada día es, casi, como una pretemporada en pequeñito; empiezas despacio a ver si todo está en su sitio y no hay avería de ningún tipo, y ya luego, hacia el final, aceleras. Total, que si septiembre es el inicio del otoño, también supone el final del verano.

En casa, hace ya mucho tiempo, mi mujer le enseñó a mi hijo una regla mnemotécnica para aprender las funciones vitales, "NURERE": nutrición, relación y reproducción. Durante el verano, época de asueto y relax en la que bajar el pistón de la disciplina que mantiene el esfuerzo en las tareas durante el resto del año, alguna de estas funciones vitales, caso de la nutrición, pierde casi del todo su razón de ser: que si los calamares en el Carrilo, esas croquetas de centolla espectaculares del Waimea en las Furnas, la tortilla de bacalao y el entrecot del Turkey, el rape a la plancha y la deliciosa empanada de manzana de Manolita en el Elisardo, los pimientos de Padrón allá donde sea y, por supuesto, todo ello acompañado de una cañita, ¿o no?. Venga, si hasta dejamos constancia de todo ello con la fotito de rigor que subimos al estado de WhatsApp, ¿a que sí?😂

Vamos, que la nutrición pierde su sentido y, en lo que a condición física se refiere, incluso te engañas a ti mismo diciendo que esos kilos de más son los que te van a permitir contar con la "energía" necesaria para la nueva temporada, que si llegas del verano muy fino corres el riesgo de no llegar al final. Pues que sepáis que a estas alturas de la película, de mi película al menos, esos kilos ya no se van o lo hacen muy poco a poco porque, en mi caso, bajo de peso por darle caña al cuerpo que no por dejar de comer o comer lo que toca, y ahora el body y las ganas de sufrir ya no son las mismas que cuando era más joven... bueno, las ganas de sufrir quizá sí, a veces. Pero el cuerpo ya no me deja, así que adaptamos a las circunstancias para que el factor excluyente sea siempre la diversión y mantener con ello la motivación.

Sin embargo, la función de relación, que es algo fundamental (según Pep Marí, en el colegio debería haber solo dos asignaturas: aprender a pensar y aprender a relacionarse) cobra especial importancia en el periodo estival, entre otras cosas, por esos momentos de relax sentados a la mesa. Bienvenidos pues sean esos kilitos, que sean pocos pero que sean. En cuanto a la función de reproducción... la dejamos para otro capítulo.

Bien, vamos a lo que toca y al motivo de esta entrada. Septiembre, inicio de temporada, forma física medio/baja... Esto que voy a decir ahora es de siempre pero casi nunca lo cumplía hasta hace unos años (unos cuantos ya) porque mi nivel de forma física era muy alto y me saltaba etapas: antes de empezar un plan de entrenamiento hay que prepararse para llevar ese plan, esto no es llegar y ya. A mí, que lo que me gusta es correr, que es muy lesivo y las piernas ya no me dejan como antes, empiezo con la bici para ir recuperando ese tono muscular perdido y me voy a una carretera cercana a casa, a una recta llana donde, si el viento no sopla, me deja poner plato y jugar con los piñones. Suave, muy suave, pero me permite trabajar resistencia y fuerza a la vez, algo que otros circuitos no hacen pues necesitaría desarrollos más altos para poder superar las dificultades "montañosas". 3 km de ida y 3 de vuelta que para otros resultarían aburridos y que para mí son un placer, que después de 3, 4 o 5 semanas harán que las pulsaciones se mantengan o incluso disminuyan a la par que las medias de velocidad aumentan, lo que quiere decir que las cosas van bien y que el camino hacia la cima es largo si todavía tienes ganas de rock and roll.

Vuelta tras vuelta, como la velocidad no es muy alta y el nivel de concentración requerido en la tarea es bajo, te da tiempo a disfrutar del paisaje y, en ocasiones, a indignarte con acciones irresponsables que no aciertas a comprender. Con las cunetas desbrozadas emergen cantidades ingentes de envases de bebida, latas de cerveza en su mayoría, que han sido tiradas a propósito al pasar en coche, lo que denota dos tipos de imprudencias: arrojar basura por la ventanilla e ir bebiendo alcohol en el coche. Al desbrozar las cunetas, esos envases que te encuentras se deterioran y los ves rotos y abollados. Lo curioso, y deplorable, es que conforme van pasando las semanas hasta que el nivel de forma física considero que es aceptable para aventurarme con circuitos más exigentes, el número de latas aumenta día a día. Lo sabes porque están en perfecto estado de conservación, envases recién abandonados en plena naturaleza, en lugares de paso en coche. Y no me pasa sólo en este tramo de carretera sino también en otros de ayuntamientos limítrofes. Es increíble lo cochinos que podemos llegar a ser y el poco respeto que tenemos por aquello que es de todos y que a todos nos corresponde cuidar. Este sí que es un camino largo de narices, el de la concienciación.


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