domingo, 20 de marzo de 2016

EL DEPORTE COMO FIN EN SI MISMO.

        Hace tiempo escribía haciendo referencia a que el deporte es un medio perfecto para lograr recompensas externas, las cuales no son otra cosa que consecuencias de un trabajo bien hecho. Estas consecuencias o recompensas externas nunca debieran ser el objetivo final que nos mueva a esforzarnos por mejorar. Esa función le corresponde al deporte, que tiene que ser, además del medio, el objetivo principal que nos anime a ser mejores cada día, la motivación que nos lleve a esforzarnos un poco más para alcanzar cotas de desempeño más altas. El deporte, por si mismo, ha de ser el fin último que nos motive para ser competentes en una actividad. Solamente si mantenemos la pasión por jugar, si jugamos sobre todo por diversión, podremos transmitir el amor y dedicación por el deporte. No podemos olvidar que cualquier deporte es un juego al que sobre todo se juega. Adam Silver, comisionado de la NBA, lo resumía muy bien al hablar sobre la retirada de Kobe Bryant: "Se va uno de los más grandes que hayan jugado a nuestro juego".

        Esta reflexión viene como consecuencia de varias circunstancias que he ido mezclando e hilando hasta que me he decidido a plasmarlas en palabras.

        En una ocasión hablando con el padre de un alumno, me decía que con su hijo hay tres cosas que no se negocian; el colegio, el inglés y un deporte. El que sea que lo motive y lo anime a practicar con frecuencia sin caer en el desánimo y la pereza con el consiguiente riesgo de dejadez. Huelga decir que, como licenciado en Educación Física y deportista de corazón, el deporte es innegociable. El colegio también, y el inglés de momento no tanto.

        Tengo la suerte de que a mi hijo para que practique deporte no hay que obligarlo. La actitud en ese sentido es buena. La actitud es el reflejo de lo que se ve, y él está más que acostumbrado a ver como su padre y su madre predican con el ejemplo. Sin embargo, al igual que me pasa a mí, tira más por los deportes individuales. Decidimos por tanto, que había que hacer un deporte colectivo y nos decantamos por el baloncesto por múltiples razones, una de las cuales era, evidentemente, hacer deporte con otros chavales y entablar nuevas relaciones. Con el tiempo y el dominio que da la práctica, la motivación se fue tornando más intrínseca. Disfruta con el hecho de ir a entrenar y me apremia para que me dé prisa los días que llegamos tarde. Cuando vamos a "tirar unos tiros" los fines de semana me muestra las cosas que ya es capaz de hacer en el manejo del balón y me enseña ejercicios que realiza en los entrenamientos. Si yo le propongo algún que otro reto de habilidad, me sorprende al cabo del tiempo mostrándome los avances. En resumen, la motivación que tiene en estos momentos viene dada por el deporte en si, por el deseo de mejorar y ser más competente en la actividad. No necesita de recompensas externas ajenas al deporte para motivarse, aunque éstas bien enfocadas sean muy beneficiosas también.

        Otra de las razones concierne a todos los padres que acompañamos a nuestros hijos en su periplo deportivo por las diferentes canchas y terrenos de juego. Como buenos padres queremos que a nuestros hijos todo les salga bien y, por qué no, que destaquen entre los demás. Los animamos a mejorar, a esforzarse, a trabajar en equipo, a que disfruten... . El problema viene cuando pasamos de ser fans a ser holigans, cuando para destacar hay que pasar por encima de los demás, cuando las acciones y conductas impropias se justifican por el objetivo a conseguir, cuando nos marcamos unas expectativas demasiado altas y se las transmitimos de ese modo a nuestros hijos y todo lo que no sea llegar  ahí no nos vale... a nosotros, no a ellos. Cuando, para vergüenza de unos y de otros y presión añadida para nuestros hijos, damos rienda suelta a todo ello en pleno partido a la vista de todo el mundo. Cuando el entrenador mismo alienta a sus propios jugadores a jugar con triquiñuelas para distraer al rival. La actitud es el reflejo de lo que se ve, no lo olvidemos. Menos mal que en situaciones así sale a relucir la madurez de los chavales, la cual debiéramos mostrar también los padres.

        En el siguiente vídeo se habla de modo muy explicativo y con fines educativos sobre los valores que los padres hemos de transmitir a nuestros hijos. Cuenta con la colaboración de Juanma López Iturriaga y Pepu Hernández.

Seis contra seis


        El último de los motivos que me han llevado a expresarme es un artículo escrito por un amigo y  compañero de promoción, Antonio Pérez Cainzos, en su blog thebasketmindcoach.wordpress.com .Antonio, ya lo he dicho otras veces y a mi me gusta definirlo así, es un "jugón" como diría el desaparecido periodista Andrés Montes. Apasionado del deporte y de su deporte, el baloncesto, está llevando a cabo una labor fantástica como entrenador del Baloncesto Clavijo Cocinas.com en la liga LEB Oro. Si tenéis ocasión de leer alguna de las noticias en la página web del club sobre la previa o crónica de algún partido, o sobre la presentación de algún nuevo jugador, veréis que transmite optimismo y positividad, que la motivación que traslada a sus jugadores es siempre positiva e intrínseca( el deseo por mejorar ha de venir de dentro de uno mismo) porque así es como debe ser y porque así es como Antonio lo ha visto siempre. Imagino que por el cariz que ha ido tomando la captación de jóvenes talentos en el mundo del deporte y preocupado por ésto, escribía un artículo que etiquetaba con las palabras motivación intrínseca-motivación extrínseca, y que lleva por título: Papá, ¿me van a pagar por jugar?. Le he pedido permiso para publicarlo y me ha dicho que adelante, así que lo mejor es que lo disfrutéis tanto como yo porque no tiene desperdicio alguno.

   

Papá, ¿me van a pagar por jugar?…


DING DONG !!! (Martín, un niño de 15 años, escucha el timbre y se dispone a abrir la puerta)
–       Deja papá que abro yo… Papá, es el cartero con un paquete enorme, que dice que es para mi…
–       A ver… déjame atenderlo a mi.
–       ¿Qué es papá?, ¿puedo abrirlo?
–       Claro!!!
–       Uaaauuuuh (el niño abre la caja y se encuentra la equipación de juego, el chándal y unas zapatillas preciosas de uno de los equipos más importantes del país), ¿qué alegría papá?, ¿por qué me regalan todo esto?
–       El otro día después del partido que jugaste con la selección en el campeonato de autoniomías, vino un señor a hablar conmigo, me dijo que le gustaba mucho como jugabas y que le gustaría que en un futuro pudieses jugar en su club.
–       ¿En serio? ¿de este equipo?
–       Si, y de otros… He hablado también con otras personas que les ha encantado como juegas, y nos ofrecen contratos para los próximos años, y para que puedas ir a formarte al club de su ciudad o para que nos ayuden y asesoren con tu futuro como jugador.
–       Pero papá, ¿¿¿ me van a pagar por JUGAR ???, ¿me tengo que cambiar de colegio?, ¿ no voy a estar con vosotros?, ¿no voy a poder ver más a mis amigos?, ¿y… ?
–       …
Diapositiva1A medida que pasan los años nos vamos encontrando con jugadores cada vez más jóvenes, y en etapa de formación deportiva y de maduración personal, que reciben una remuneración económica por hacer los que más les gustaba a este momento, que era JUGAR AL BALONCESTO.
No sabemos cuando fue la primera vez, ni las circunstancias que se dieron, para iniciar la costumbre de hacerle un contrato a un jugador de esa edad con un club, una agencia o con una marca de ropa deportiva. Pero si sabemos y conocemos que por cada jugador que logra llegar a la élite en estas circunstancias hay muchos que salen por la ventana. Multitud de casos de jugadores que se pierden por el camino, que dejan de tener esa mentalidad necesaria por mejorar cada día, por asumir un coste elevado de tiempo y esfuerzo, de renuncias a amistades y hobbies por perseguir el sueño de ser jugador y de disfrutar con un deporte que aman.
Cuidado! Debemos reflexionar sobre el sistema y el contexto que entre todos estamos creando, el ecosistema donde esos jóvenes van a seguir formándose como jugadores  pero sobre todo como personas.  Parece irónico que la búsqueda de beneficios económicos urgentes y la lucha entre clubs por  conseguir al mejor “proyecto” de jugador infantil o cadete pueda estar echando por tierra la formación de muchos jóvenes jugadores a medio-largo plazo.
Queremos jugadores que disfruten del juego, que sean creativos a la hora de tomar decisiones, que les guste la ética del esfuerzo y que asuman una serie de costes inmediatos y duraderos , con una demora larga y con mucha incertidumbre por la consecución de una meta o de unos objetivos de rendimiento o de resultado en muchos casos. Y eso, dentro de un contexto donde al joven,  inmaduro, con un bajo autonocimiento personal, y además en muchos casos, con baja capacidad para digerir todos esos cambios y expectativas generadas de repente en torno a él , le sometemos a cambios bruscos en su forma de vida y le estamos presionando directa e indirectamente para que siempre esté a la altura ( a través de una remuneración económica, de unos comentarios entorno a su futuro en la mayoría de los casos desproporcionados, …).images-18Para que un jugador esté motivado, como vemos, influyen muchos factores, no llega sólo con estar activándole constantemente, ni con pagarle un dinero mensualmente. El proceso motivacional es dinámico, donde el aprendizaje tiene un papel crucial.
Aprendemos constantemente, ya sea a través de un aprendizaje observacional o por condicionamiento. Un aprendizaje que determina nuestra motivación interna o externa hacia  cualquier actividad.
Muchos jugadores ya están muy estimulados, pero necesitan un programa sistemático para dirigir su motivación. Un jugador cuanto menos motivado está hacia la tarea, más vulnerable es para depender de recompensas externas (dinero, reconocimiento social, …). A largo plazo, la motivación más importante y potente es la motivación interna o intrínseca hacia la actividad a la que nos dedicamos, y ésta es la que siempre debería estimularse.
En el mundo del deporte y en concreto del baloncesto se utilizan recompensas extrínsecas. Todos conocemos casos donde se manejan este tipo de acciones (elevados sueldos a chicos de 15 años, contratos con marcas de ropa deportiva, regalos, primas económicas excesivas por ganar campeonatos, o tan sólo por participar…). La clave es tener la madurez necesaria para poder convivir con ellas y entender que sólo son una consecuencia de mi trabajo y pasión por el baloncesto, de mis horas de dedicación y de mi capacidad por disfrutar de lo que hago, repito, una consecuencia, no la causa ni el motor, ni ejercen control sobre mi. 
3091Aquellos jugadores que están motivados intrínsecamente, como el caso de Martín de 15 años,  se esfuerzan cada día internamente por ser competentes y tener una mayor capacidad de decisión propia a la hora de dominar las diferentes acciones que engloba el baloncesto (mejorar mi dribling, pasar mejor, sentirme cada vez más capaz y eficaz,…), a estos deportistas les encanta competir, al igual que la acción y la excitación, suelen ser muy orgullosos y desean mejorar y aprender nuevas destrezas para sentirse cada día más competentes, asumiendo, en muchos casos, elevados costes para ellos y para su familia (amigos, hobbies, estudios, vacaciones…). Están altamente motivados por mejorar su autoeficacia y su competencia en el juego. Se divierten mejorando, al igual que Martín.
Si Martín no tiene la madurez, ni el desarrollo personal, ni el entorno adecuado, puede tener muchísimas dificultades para digerir todo lo que la va a pasar a partir de ahora.  Se va a enfrentar siendo muy joven aun contexto profesional, del que todos participamos, creamos y somos “culpables”, desde los entrenadores, a las federaciones, los agentes, los clubs y los padres. Nosotros estamos aceptando y creando este sistema, en el que algunos llegarán y otros con mucho talento, capacidad de sacrificio y pasión por este deporte saldrán por la ventana.
A pesar de todo, parece que la combinación de estímulos intrínsecos y extrínsecos tendría que producir más motivación, pero ocurre lo contrario, las recompensas extrínsecas disminuyen poco a poco nuestra motivación intrínseca. Muy a menudo cuanto mayor es la motivación extrínseca menor es la intrínseca.
Pero, ¿por qué  sucede esto?. Las recompensas extrínsecas influyen de dos maneras: informan y controlan. Es decir, cuando un jugador recibe una recompensa por un logro, ésta le proporciona una información positiva sobre su competencia, con lo que afecta o debería de afectar a su motivación intrínseca. Para ello, estos refuerzos externos han de ser contingentes con niveles específicos de conducta o ejecución. En cualquier caso, tiene un peligro, que es la información negativa, esforzarse por lograr una recompensa pero no conseguirla, reducirá los sentimientos de competencia y eficacia y hará descender la motivación intrínseca.
Y por otro lado, las recompensas controlan la acción. Cuando los jugadores se sienten controlados por un premio, por una beca deportiva, por un salario, por su repercusión mediática, etc…, la razón de su conducta reside fuera de sí mismas. El premio acaba controlando a los jugadores en la medida en que se convirtió en la razón principal de la actividad, sustituyendo la pasión y la dedicación por sentirse más competente.
Por lo tanto, cualquier recompensa externa, tienen potencialmente una carga de información y otra de control. El modo en que afectarán a la motivación intrínseca de Martín, dependerá de cómo Martín la perciba, en su sentido de control o en el de información.
Si el premio o las recompensas, disfrazadas de multitud de formas (estatus, orgullo de padres y familia, salario, beca, ropa deportiva, contratos con ropas deportivas y agencias de representación…) tienen un mensaje subliminal de control sobre la conducta de Martín o éste la percibe así, su motivación intrínseca descenderá y poco a poco perderá valor para él, al percibir que está fuera de su control. Si a esto se le añade alguna situación de fracaso de elevadas consecuencias o de pequeños fracasos continuados, podemos empujar a Martín a un abandono de una actividad que hace unos meses o años le apasionaba y por la que estaba dispuesto a esforzarse al máximo por mejorar su capacidad y aprendizaje para ser más eficaz y competente.
Todos los que participamos de este contexto deportivo tenemos la capacidad de intentar mejorarlo, para que los jóvenes jugadores sigan manteniendo una alta motivación hacia el baloncesto.
Aquí os dejo una breve historia que puede ayudarnos a entender mejor este proceso:

Un hombre mayor, ya retirado y jubilado, después de muchos años de trabajo, vivía en una casa situada en la plaza mayor de un pueblo muy tranquilo cerca de las montañas. Allí quería vivir en paz y tranquilidad los últimos años de su vida.
images-19Un día soleado, que el hombre estaba tranquilamente leyendo su periódico en el porche de su casa, un grupo de cuatro niños apareció con un balón y una canasta y se pusieron a jugar en la plaza durante horas, con el consiguiente ruído ocasionado por los gritos, los botes del balón y los lanzamientos a canasta. El hombre estaba enfurecido, de repente, su paz y tranquilidad pendían de un hilo, aquellos niños obstinados por un deporte y por divertirse estaban molestándole de verdad.
El hombre decidió hablar con ellos, les dijo que era una persona mayor y que estaba sólo, y que le encantaba que vinieran a jugar a la plaza, que le daban compañía y que la llenaban de vitalidad y alegría. Como muestra de su agradecimiento les iba a dar 2 euros a cada uno para que se comprasen caramelos y los repartiesen. Los niños se mostraron encantados.
Al día siguiente, en lugar de cuatro niños aparecieron diez, con el consiguiente aumento de ruído y de molestia para el hombre mayor, el cual después de cuatro horas, decidió volver a reforzarles y a darles 2 euros para caramelos. Los niños estaban encantados, cada vez iban con más ilusión a la plaza, pensaban que era demasiado bonito para ser cierto, además de jugar al baloncesto les daban dinero para caramelos por hacerlo, era ideal.  Hasta que después de un par de días, el hombre bajó de su porche y, pidiendo excusas, les dijo que no tenía dinero suficiente para todos, y que como mucho les iba a dar 50 céntimos a cada uno. Los chicos pensaron que este dinero todavía era suficiente, pero poco a poco el hombre fue reduciendo la aportación que les daba, argumentando que no podía mantener ese gasto diario, hasta que dejó de darles dinero, y poco a poco el número de niños que venían a la plaza a jugar era menor, hasta que un día dejaron de venir. 
El hombre pudo al fin disfrutar de la tranquilidad de la plaza, y los niños dejaron de disfrutar del baloncesto…

Al principio, los chicos jugaban al baloncesto en la plaza porque estaban motivados intrínsecamente, sólo por el placer de divertirse y sentirse competentes con una actividad. Pero esa pasión y motivación se transformó en extrínseca cuando el hombre les dio dinero para caramelos. Esto acabó controlándolos, y terminó siendo la razón principal de la actividad.



        Gracias Antonio por tu colaboración y por darnos tu opinión de lo que el deporte debe representar y transmitir. Estoy seguro que somos muchos los que, después de leer este estupendo artículo, suscribimos una por una tus palabras. No voy a desearte suerte en tu labor al frente del Cocinas.com porque ésta es de los que la buscan a través del trabajo bien hecho, y en ese aspecto vas sobrado.

        Hace tiempo leí una entrevista a Kilian Jornet y  me acuerdo perfectamente de unas palabras del redactor que servían como conclusión para definirlo. Creo que son bastante apropiadas para el tema que nos ocupa pues este gran deportista representa a la perfección la pasión y disfrute del deporte como fin en si mismo:

                 "Kilian no es sólo músculos y tendones, es sobre todo corazón y cerebro".

        Dice Kilian sobre si mismo que los récords le dan de comer, pero que la aventura le alimenta el alma...

        Ya para terminar, con la excusa de que estamos hablando de un deporte colectivo, y porque esa colectividad fue la primera motivación con la que animamos a nuestro hijo a practicar baloncesto, me gustaría compartir con todos la definición de deporte colectivo que expongo en clase a mis alumnos:

                 "Actividad en la que se enfrentan dos equipos, formados a su vez por dos o más jugadores y en la cual se establecen relaciones de cooperación-oposición con los compañeros y rivales".

                 Moraleja: "Si eres el mejor, demuéstralo, sin olvidar que eres uno más". Todo lo bueno que uno puede llegar a ser se debe en gran medida al trabajo de los demás.  


"Ya sabéis, haced deporte. Y disfrutad con ello!!!".




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