jueves, 29 de diciembre de 2022

ESTE JUEGO ES GENEROSO CON LOS QUE LO RESPETAN

Este ha sido un fin de semana de contrastes deportivamente hablando en términos de dirección y liderazgo. Dirigir y liderar son cosas diferentes de las que hemos hablado en entradas anteriores y este sábado pasado he podido presenciar dos maneras distintas de hacerlo. Dos modos diferentes al mismo tiempo y gestionando el mismo grupo de personas. Polos opuestos, que lejos de atraerse y complementarse, envían mensajes contradictorios, tirando por tierra la consecución de los objetivos previamente fijados que no deberían ser otros que intentar plasmar en la cancha el equipo que aspiramos a ser. Equipo, gran palabra que en ocasiones pierde todo su significado. El yo soy porque nosotros somos o, el nadie es más fuerte que todos juntos, carecen de sentido cuando todos dejan de ser porque alguien es demasiado... cansino en su forma de proceder o transmitir. Cuando ni siquiera hay debate, ¿cómo vamos a esperar que haya diálogo?

Pintaba muy bien el partido del sábado en el sentido de que era una ocasión fantástica para disfrutar y aprender de una jornada de baloncesto. Las personas que me conocen y saben la idea del deporte que tengo me habían hablado del buen hacer del entrenador interino, de su modo de comunicar y transmitir, de su pausa, de la gran conexión que alcanza con los jugadores. Me decían que me iba a gustar. Se equivocaron de largo, no me gustó. ¡¡¡Me encantó!!! Hacía mucho tiempo que no veía a un entrenador desplegar arsenal tan amplio de buenas maneras, indicaciones, arengas en el momento justo, puntualizaciones constantes, siempre hablando en plural y mostrando el camino a seguir sin cargar las tintas individualmente: "la victoria no viene por acciones individuales sino como consecuencia del trabajo en equipo, atacamos mal y por eso el balance defensivo no es bueno, no se gana por cojones sino por cabeza..." Todo ello sin levantar la voz, con calma. Llamando a las cosas por su nombre, diciendo lo que se hace mal e indicando a continuación como corregirlo, dando opciones siempre a los jugadores. Un ejemplo claro de liderazgo desde el corazón, la actitud, la motivación, aquel que cala hondo en los jugadores y que no temen seguir a ciegas si hace falta. Me hubiera gustado escuchar la charla en el vestuario durante el descanso porque estoy seguro que fue clara, concisa y motivadora. 

Me cuesta creer que con tan buen lenguaje corporal y de palabra, con tan buena actitud -la cual es un reflejo de liderazgo- y mejor ejemplo, sabiendo escuchar, siendo el faro que guía la nave, la institución, se permita entrenar de otra manera tan opuesta; hipócrita, cínica, rayando la humillación a otros entrenadores. Creo que hay que marcar un camino, tener claro donde estamos y a donde queremos llegar, y sobre todo como queremos hacerlo. Hace unos años leía una entrevista con Himar Ojeda, director deportivo en el Alba Berlín, en la que decía lo siguiente sobre el fichaje de Aíto García Reneses: 

"Lo que nosotros hacemos no es porque Aíto esté aquí, Aíto está aquí porque hacemos eso. El mejor del mundo en hacer lo que nosotros queremos es Aíto, y es una gran suerte que podamos tenerlo aquí.

Ganar es el objetivo final que todos tenemos, pero lo más importante es el compromiso que adquirimos todos para llegar a ganar. El compromiso de Aíto es ganar jugando bien, y que los jugadores se desarrollen y diviertan, que aprendan y que los aficionados lo valoren, y eso es una filosofía fantástica. No se puede ganar siempre, eso es imposible, y creemos que adoptar el compromiso de ganar como sea, de cualquier manera, es fallido"

"He salido a la calle

Abrazado a la tristeza

Vi lo que no mira nadie

Y me dio vergüenza y pena"

Una vez más, Fito tiene la estrofa perfecta para reflejar el estado de ánimo que a uno se le queda con ciertas actitudes y maneras de proceder a la hora de enseñar el deporte, difíciles de gestionar por no entenderlas ni compartirlas, y estando seguro que no se alcanza con ellas ningún objetivo. Los padres ponemos en manos de estas personas/entrenadores a nuestros hijos para que les enseñen algo más que baloncesto, para que permanezcan durante un largo tiempo al abrigo del deporte, para que se hagan fuertes de carácter. Y en ocasiones se consigue todo lo contrario, los chavales colapsan. Y para rematar, un abrazo, tan amigos y hasta la siguiente... ¡¡¡Y un huevo!!! ¡¡¡Y lo permitimos!!! Esto es más que un deporte, y el deporte para nada es así, al menos no el que a mí me inculcaron y por el que lucho cada día. Esto es una lección de vida y no la estamos enseñando bien. Creamos ansiedad, angustia y desesperación como cantaba Antonio Machín, pero él lo hacía por amor y en este caso el compromiso afectivo -por llamarlo así- mete miedo, crea urgencias mal entendidas, humillamos en ocasiones... ¿buscando qué? ¿una reacción positiva? Vamos a pensar que nuestro jefe, en nuestro trabajo diario, nos grita desde el momento en que fichamos. ¿Qué consigue con ello? ¿Qué lo hagamos mejor? ¿Sacar el trabajo adelante con amenazas constantes? ¿Que nos vayamos satisfechos a casa? Lo siento pero yo no puedo con estas actitudes de me cago en la p... que tontos sois, simplemente porque no son correctas y porque no las quiero para mí. Ni conmigo si fuera el caso, ni con aquellos a los que pudiera dirigirlas. Es como tantas otras cosas para las que hay que valer y yo no valgo, porque de hacerlo, me dolería tanto que no podría aguantarme a mí mismo.

Desayunando el martes vi un documental sobre Picabo Street, medallista olímpica en los juegos de invierno. Entre otras cosas contó a Lindsey Vonn, que hacía las veces de entrevistadora, un proverbio Cherokee. Todos tenemos dos lobos dentro de nosotros. Uno es amable, solidario, acepta el compromiso. El otro es mezquino, ruin y malvado. Cuando el niño pregunta al abuelo cuál de los dos lobos gana, este le responde: al que das de comer.

Imanol Ibarrondo dice que los equipos son de alto rendimiento, no de alto resultado. Hacer deporte, en estos tiempos que corren con tantas distracciones, ya es un gran resultado. Y cuando encuentras aquel que se adapta a tus necesidades y te da todo lo que buscas, es un regalo enorme que recibes por todo aquello que te aporta y que estás deseando devolver. Tras la semifinal del Mundial de 2019 contra Australia, Sergio Scariolo pronuncia una frase en el vestuario de la cual dice que se reconoce en ella y que refleja mucho la manera en la que él se siente entrenador: "Este juego es generoso con los que lo respetan" Denzel Washington, en la película Titanes, arenga a sus jugadores en el campo donde tuvo lugar la batalla de Gettisburg. Decía así: "Si no sabemos unirnos, ahora mismo en este terreno sagrado, también acabaremos destruidos"



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"Los partidos no se ganan por cojones, se ganan por cabeza" decía bien el entrenador interino demostrando, como líder, más cabeza que el entrenador titular. "Cabeza, corazón y cojones" le decía su abuelo a Carlos Alcaraz (n°1 mundial en tenis con 19 tacos) para encarar los partidos. Cojones, ya lo dije una vez, se escribe con la C de Confianza. Los partidos se ganan por cabeza, el corazón no funciona sin la cabeza, y los cojones no te dejan ver más allá de lo que refleja el marcador. Cojones, que es una mierda de palabra con ese sentido que se le da en estas circunstancias, hay que tenerlos para estudiar y entrenar a la vez y sacar buena nota en los dos, para llegar de entrenar a las 11 de la noche, ducharse, cenar y seguir estudiando o adelantar trabajo porque mañana es otro día y quieres volver a entrenar, para elegir entrenar en lugar de salir más con los amigos, para llevar 9 meses tomando una medicación que no te deja rendir físicamente y, a pesar de ello, dar todo lo que tienes en la cancha para al llegar a casa tener unas agujetas de morirte y rezar para que sea solo eso y la cosa no vaya a más, cojones hay que tenerlos para, a pesar de todo, ser capaz de gestionar las situaciones para no defraudar a tus compañeros porque hay una cosa que se llama compromiso y la llevas grabada a fuego en el ADN de jugón, cojones hacen falta para aguantar las broncas inmerecidas... para jugar, solo hacen falta ganas, pasión, y como dice Scariolo, respeto por el juego.

No hace mucho tiempo leía unas declaraciones de Steve Kerr, entrenador de los Warriors, en las que decía que a los entrenadores de categorías inferiores hay que dejarlos trabajar. Totalmente de acuerdo. Ni por asomo se me ocurriría meterme a discutir de aquello sobre lo que no tengo control ni los conocimientos suficientes, ni siquiera teniéndolos. Con una salvedad, hay que dejarlos trabajar mientras hagan correctamente el trabajo que se les ha encargado y para el cual han de estar preparados. Y con preparados no me refiero a los conocimientos necesarios sobre el deporte en sí, que es algo que no se discute, sino a la gestión humana, que por algo trabajamos con personas. Y este aspecto, al que no prestamos la atención que sin duda merece, me mata. 

Si por alguna razón, la que sea, se menoscaba la tan necesaria autoestima de los jugadores con humillaciones constantes llegando al extremo de insultar, habrá que decirles con educación, que no respeto porque para entonces lo habrán perdido completamente, que algo hay que cambiar. La autoridad no viene con el cargo, y desde luego uno no se hace merecedor de ella a base de chantajes y amenazas, sino de educación, respeto y cariño. Hay una escena de Titanes, donde las cosas se hacen tan mal, sin cabeza, que un jugador expresa su frustración con un: "yo no me apunté para esto"

Hace 12 meses escribía una entrada que finalizaba con un objetivo/propósito para el nuevo año. Como tantos otros buenos propósitos no se ha cumplido del todo durante el 2022. Decía lo siguiente:

"Un deseo para el nuevo año que está próximo a comenzar: por favor, enseñad a los chavales de las nuevas generaciones el deporte como a mí me lo enseñaron. Que bonito es aprender de otros que han aprendido antes, cuando esos otros están dispuestos a enseñar. Siempre que los chavales cumplan con el siguiente criterio de evaluación, participar activamente independientemente del nivel de destreza alcanzado, hay que luchar por ellos hasta que dejen de merecerlo. Criterio firme como una lápida, como una gruesa capa de cemento, que no se borre todo al pasar la página"

Las últimas palabras de mi deseo son obra de Fito. Suelo echar mano de sus canciones para darme a entender porque reflejan perfectamente el devenir de la vida que no es otra cosa que aquello que haces mientras el tiempo pasa. Y "porque nada acaba, solo vuelve a empezar" en 2023 seguiremos empujando para conseguir ser felices haciendo lo que nos gusta.

Como siempre, todo lo expresado aquí no es más que una opinión basada en la experiencia, pero es la mía, y hay aspectos en los que nadie va a ser capaz de hacerme cambiar porque solo hay una forma correcta de hacer las cosas. Esto lo suscribe alguien que no es entrenador de nada, tan solo un "personaje" que espera que haber metido las narices donde había que hacerlo, aunque no fuera su labor, haya servido para algo. Creo que lo correcto es defender aquello que es importante.

Y por cierto, que la entrada no os lleve a engaño porque se hable de baloncesto. El respeto es uno de los valores inherentes al deporte, a todos los deportes, forman parte de su naturaleza, y somos los que lo practicamos quienes decidimos libremente hacer gala de ellos o no.