Cuando uno acude a un campus del deporte que sea, lo hace por alguna razón. Puede que ninguna de esas razones sean iguales de unas personas a otras, tampoco tan diferentes, pero todas son válidas. Lo que tengo claro, es que no hay nada que demostrar, no hay que llegar aprendido. Llegamos con nuestra experiencia, con nuestro conocimiento del juego, con nuestro dominio de los fundamentos. ¿Qué nos vamos a encontrar?, pues a unas personas que van a poner encima de la mesa justo lo mismo; su experiencia, su conocimiento del juego, su dominio de los fundamentos, todo a nuestra disposición, y lo mejor de todo, su pasión y amor por el juego, por nuestro juego. Siempre hay que escuchar atentamente a los que más saben de aquello que nos interesa porque ya han recorrido un camino que nosotros estamos empezando, o porque durante el viaje nos hemos desviado, o porque directamente nos hemos perdido en algún momento y no encontramos la senda correcta... todos los motivos son válidos.
"Te doy mis mañanas, vigilo tus sueños, escucho tus planes, te ayudo a forjarlos, todo lo podemos..." canta Seguridad Social en una de sus canciones. A todo eso súmale las tardes, las charlas individuales y colectivas, los pequeños comentarios sobre cuestiones específicas y, claro que sí, también sobre la vida en general; el curso escolar, la novia, los amigos... todos esos intangibles que repercuten en el desempeño del papel de jugador; los momentos de ocio, esa palabra a tiempo que haga de resorte: ¡¡¡vamos, eso es!!! Todo eso se llama compartir, porque un campus de verdad lo hacemos entre todos. Luego ya será nuestra responsabilidad sacar el mayor provecho posible porque los coaches están ahí para acompañarnos y ayudarnos a ser mejores, no mejores que ese de ahí o aquel de allá, sino mejores de lo que éramos antes nosotros mismos. Nos van a dar herramientas para poder disipar esas dudas que siempre asaltan al que quiere mejorar. Herramientas para el día a día, para el proceso (que es lo importante), para el viaje que hemos tomado la decisión de emprender con el baloncesto como compañero inseparable. Ahí es donde nos tocará ir a por todas, sabedores de que nadie va a hacerlo por nosotros, "espíritu de lucha cada día y en cada entrenamiento" como diría Rafa Nadal.
Estoy leyendo un libro sobre Larry Bird. Se decía de él que era lento, que no corría, que no saltaba por encima del aro... pero era muy listo y comprendía el juego. Estos de Basketology han vuelto a demostrar ser muy listos por segundo año al contar una vez más con Antonio Pérez en la dirección técnica. Antonio comprende el juego como nadie. Al igual que Bird, no saltaba por encima del aro pero vaya si corría, ¡¡¡6 minutos en los 2.000 metros de las pruebas de acceso a Inef!!! Jejeje, te la tengo guardada y lo sabes. Antonio es un valor fijo cuyo variable no para de crecer, porque es muy listo y se rodea de gente que lo hace mejor. Entiende que el baloncesto, a veces, no es lo más importante de todo lo que es realmente importante, y por eso, hoy he cumplido con una de esas cosas que me apetecían mucho desde hace tiempo al dejar en Lugo a mi hijo para el campus. En otra entrada anterior hablaba así de ello : "sabes que la familia es muy importante para mí y por ello no dudaría en poner a mi hijo en tus manos. Muéstrale la realidad del baloncesto, llénale la mochila de ilusión, enséñale las múltiples posibilidades de ser útil al equipo y a si mismo, haz que crezca como jugador y como persona"
Creo firmemente que Antonio y el equipo del que se nutre: Borja, Álvaro y Jorge, al igual que la disciplina de la foto, son el puente perfecto entre los objetivos y los logros que los participantes en el campus puedan haberse marcado. La vida es aquello que pasa mientras haces cosas, y esta semana el viaje hace parada en Lugo, donde estoy seguro que os espera una experiencia fantástica que meter en la maleta de los sueños.
Como tantas otras veces, esta entrada nace fruto de diferentes circunstancias y situaciones del día a día, de darle a la cabeza sobre temas de deporte y formación, que es lo que me gusta. Como siempre, no deja de ser una opinión, válida para mí por ser la mía, pero que se puede desmontar, siempre que se haga con fundamento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario