Como muchas otras veces, en realidad como casi siempre, la entrada de hoy nace de varios estímulos que me llegan por diferentes canales. Se mezclan en mi cabeza cual ingredientes en una receta de Jamie Oliver, esperando no flipar demasiado con las palabras y, de hacerlo, al menos que sea en colores. A ver lo que sale, pero ya sabéis, solo es una opinión, una verdad relativa susceptible de darle una vuelta de tuerca si la crítica es constructiva y con fundamento.
¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿El talento o el trabajo? El talento, ¿cómo nace? No creo que el talento se presente un día en la puerta de casa y te diga: "hola, ¿cómo estás? Vas a ser la caña en esto, porque tú lo vales..." No, que va. Yo creo que el talento es como las oportunidades; no llegan, hay que "salir" a buscarlas. Aunque tú, en un primer momento, no sepas ni lo que es el talento y, mucho menos, que estás en el camino/proceso de encontrarlo.
El talento, el de verdad, ese cuando eres chiquito, nace del trabajo cuando este se disfraza de diversión. Asoma la cabeza de manera inconsciente porque no lo buscas (eso vendrá más tarde) son otros los que se dan cuenta porque tú, lo único que haces es pasarlo bien con la pelota, la bicicleta, nadando en el río, jugando al pilla pilla... si "sales", claro, a pasarlo bien con la pelota, la bicicleta, nadando en el río, jugando al pilla pilla...
Davila 2017
Es muy frecuente leer en prensa a exdeportistas, exfutbolistas sobre todo, decir que ya no se juega en la calle como antes, que los chavales van al club una hora tres días por semana a que les enseñen a jugar, que ese es todo el tiempo de práctica, que antes tú ibas aprendido y en el club te modelaban un poco más... "Ninguna academia ha sido capaz todavía de reproducir lo que enseñaba la calle" comenta Jorge Valdano, algo que también suscriben Scaloni, Aimar, Milutinovic.... y cuya máxima expresó Johan Cruyff con aquel: "el fútbol en la calle debería ser una asignatura obligatoria en horario escolar"
Voy más allá; ni todavía ni, en los tiempos que corren, nunca, la academia ocupará el lugar de la calle. Uno, porque ya no hay calle para jugar como antes (ni espacio, ni tiempo, y hay muchas más opciones de "perder" ese tiempo) Y dos, porque las academias tienen un componente "académico" que resta al componente diversión que ofrecía la calle. Y además se paga por ello, con lo que hay una responsabilidad con los niños para enseñarles (buena responsabilidad), y una responsabilidad aún mayor con los padres (mala responsabilidad porque no es con ellos con quién tenemos que adquirirla sino con los niños) que "exigen" que sus hijos aprendan fútbol, baloncesto, voleibol... quieren resultados, cuando los niños lo que quieren es "jugar" a fútbol, baloncesto, voleibol... Y ojo, jugar no está reñido con aprender y mejorar. Antes, en la calle, la responsabilidad de aprender recaía en uno mismo, y cumplías si querías jugar. Con la responsabilidad de tener cuidado con el mobiliario, con los cristales de la casa del vecino, con jugar allí donde no estaba permitido... bueno, digamos que a veces cumplías y muchas otras veces no. ¿Pero sabéis qué?, eso también lo aprendimos. Por las malas la mayoría de las veces y ya nunca se te olvidaba.
Con el tema de las responsabilidades de enseñar y aprender, que parece que recae solo sobre los hombros de los entrenadores, hay una anécdota de Toni Nadal que ilustra muy bien una situación que se da muy a menudo. Cuenta que en una ocasión un padre le cuestionó su labor como entrenador; "a ver que le enseñas a mi hijo que no aprende nada" A lo que Toni respondió: "entre lo que yo enseño a tu hijo, y lo que él aprende, hay una gran diferencia", haciendo referencia a la falta de actitud y compromiso por parte del alumno. Me atrevo a decir que, esa falta de actitud y compromiso que muestran algunos y que deriva en un mal aprendizaje, viene en ocasiones como consecuencia de la falta de experiencia en la materia. Estoy seguro que para muchos es su primera vez porque hay que "apuntarlos" a alguna actividad, y no hay ese "trabajo" previo de descubrimiento del talento que motive a los chavales, trabajo previo que antes traías de serie al llegar a la academia porque lo aprendías en la calle.
Hay un párrafo de un artículo de The Conversation,
"¿Qué significa realmente ser "bueno" en el deporte infantil", que me puede servir como punto tres de por qué las academias no reproducen lo que enseñaba la calle:
"el deporte de formación debe permitir que todos y todas tengan la oportunidad de disfrutarlo, y si priorizamos los resultados se termina sacrificando la alegría de hacer deporte. Cuando los clubes, entrenadores y padres consideran que lo más importante es ganar la competición, la mayoría de los niños empiezan a no disfrutarlo" Cierto, y ya lo hemos dicho alguna que otra vez, que nadie juega para perder, pero eso no quiere decir que lo más importante sea ganar. Todo deporte es un juego al que hay que jugar, y ya luego si ganas, fantástico. Os aseguro que, si en algún momento lo estáis dando todo, es porque no hay nada, excepto tú mismo, que te obligue a ello, y en eso, la calle, gana por goleada a la academia.
Yo, como profesor de Educación Física y aunque a mí los chavales ya me llegan creciditos, tengo claro que mi cometido, en lo que al deporte se refiere, es mostrar en que consiste cada disciplina de las que imparto e intentar despertar el interés de los chavales para que la lleguen a practicar fuera de las horas lectivas en el club que corresponda. No es la calle, tampoco la máxima de Cruyff, pero intento hacer ese "trabajo" de descubrimiento del talento, que como ya sabéis, no siempre se trata de una habilidad o técnica, sino más bien de que se den cuenta que el deporte es divertido y también está hecho para ellos, que no estaría nada mal adquirirlo como hábito, y ya luego, si la cosa se da bien, decidir libremente si desarrollamos ese talento con actitud, compromiso y valentía.
"El deporte ha estado siempre muy presente a lo largo de mi vida. De hecho ha sido uno de los pilares fundamentales sobre los que cimentar decisiones y conductas que luego han marcado el devenir de los años.
Los recuerdos que tengo de mi infancia son de estar mucho en la calle. En mi época no había problemas por eso. Teníamos lugares de sobra donde pasar un buen rato sin temor a que nos sucediera nada malo, y si algo pasaba, solía ser porque tomábamos riesgos innecesarios de los cuales muchas veces no éramos conscientes. Teníamos muchos espacios abiertos donde improvisar partidos, de fútbol principalmente, alejados del tráfico rodado -antes no había tantos coches y no corrían tanto como ahora- Recuerdo con especial cariño la huerta de Ernesto -ahora rúa da Santísima Trinidade-, menudo campo de fútbol que teníamos allí montado. La Pedrachán, el muelle Marqués, el Espíritu Santo, o Monte do Bolo...la lameda, que no alameda. Salíamos cada tarde después del colegio a pasar un buen rato y el fin de semana sólo íbamos a casa a comer, para continuar luego hasta la cena. Los domingos, en mi caso, tocaba deporte de salón con Estudio Estadio de mañana y Estadio 2 de tarde, si mal no recuerdo. En este tiempo el deporte era un medio del que nos servíamos para juntarnos y disfrutar de amenos ratos. Con el tiempo y animado por varios amigos comencé a practicar atletismo..."
En mi caso, y en el de todos por aquel entonces, cuando llegabas a la academia lo hacías con un bagaje deportivo enorme que adquirías en la calle sin ser consciente de ello, pero que hacía saltar el talento en cuanto te ponías a la tarea, cuando, sin dejar de jugar, "jugabas" un poco más en serio.
Alex Yee, Campeón Olímpico y Mundial de Triatlón, en Marca
Ahora, pasados los años si echo la vista atrás, puedo ver señales que quizás aventuraban el talento para correr que demostré en su momento porque hubo ese trabajo previo de acondicionamiento; esos partidos de fútbol interminables, las olimpiadas del verano, jugar al escondite, al pilla, escapar corriendo de las huertas donde íbamos por fruta (no sé si se puede contar esto pero seguro que ya prescribió el delito) El talento que se pudo ver más adelante nació aquí, lo tengo claro. Luego se desarrolló porque me encanta el mejor deporte del mundo, y hoy, intento mantenerme en el campo base (que diría Clemente Alonso) para cuando haya que sacar el talento a pasear y atacar la cima.
Bien, ya tenemos el talento identificado y ahora hay que mantenerlo porque sino se pierde. Ahora es cuando talento y trabajo van de la mano. Si uno de los dos falta o no funcionan en equilibrio, la cosa se tuerce. Os cuento: yo nunca he dejado de correr, me apasiona correr, y creo que, en algún momento, un poco de talento para esto tenía. El caso, es que en 2005 unos amigos me liaron (los amigos siempre tienen la culpa 😉) para ir a la Vigbay (media maratón Vigo-Bayona). Para nada considerándome yo fondista, fui solo con lo que había cosechado de mantenerme en forma con unos trotes semanales y andar en bici, pero sin entrenar (que los globeros no entrenan). Para mí sorpresa no me encontré nada mal, pero el talento solo me llegó hasta el km 18. Para 1h20 iba, sin entrenar eh, que aquí hay que fardar siempre porque las ocasiones de hacerlo con los años se reducen de manera desproporcionada. Del 18 al 21 sufrí como nunca, porque no hay otra manera de sufrir... y tampoco de contarlo después, jejeje. 1h24 final, que tampoco esta nada mal.
Total, que sorprendido del "talento" que había mostrado me digo: "oye, ¿y si el año que viene "trabajamos" un poco, metemos unos ritmos; unas cuestas, unas series, un fartlek que otro, y vemos qué pasa?" Aquí los amigos ya no tienen nada que ver y eres tú mismo el que te lías porque el deporte engancha y quieres más. El problema (yo no lo veo como un problema) es que, a los que nos gusta entrenar, a los que disfrutamos cada día con ello, nos cuesta decidir cuánto es más y no estamos dispuestos a hipotecar meses de diversión por un día de gloria. ¿Ya os he contado porque Iván Raña no gana el Ironman de Hawai? ¿No? Pues pincha en el enlace. Un ejemplo de los buenos, de aquellos para los que el deporte es pasión y disfrute todos y cada uno de los días del año.
Entrené, entrené mucho y muy bien y disfruté mucho más, pero "tonto" de mí, apuré la diversión hasta pocos días antes de la prueba. Salí a hacer un test sobre 15 km cinco días antes, empezando a 4 min/km para terminar los últimos a 3´20". Debido al buen trabajo me encontré fenomenal y decidí seguir un poco más, hasta los 20 km. Me lo pasé pipa, contento, satisfecho, en forma, pero... Os voy a contar algo de lo que estoy plenamente convencido; yo podría, entre las 6 de la tarde y las 9/10 de la noche, ser campeón del mundo de lo que sea. Pero la Vigbay es a las 10 de la mañana el domingo siguiente al cambio de hora de invierno a verano, lo que quiere decir que para mi cuerpo son las 9 todavía, y eso me mata los biorritmos, por lo que libremente decidí disfrutar más ese test de 20 km, y disfrutar un poco menos la media maratón. Tres días después, estaba en la alameda de Santiago a las 7.30 de la tarde haciendo series de 1.000 metros en la herradura, a 2´50" con 2 minutos de recuperación, el primer minuto andando y el segundo al trote. No hay Vigbay que se precie capaz de superar momentos así. El trabajo había sido muy, muy bueno.
Academias, escuelas, clubs, el colegio mismo con la materia de Educación Física, no llegan a reproducir lo que antes se aprendía en la calle pero, ¿y si se acercaran mucho a ello? ¿Y si el objetivo principal fuera aprender jugando a hacer deporte? ¿Y si competir ni tan siquiera fuera un objetivo? ¿Y si lo que se busca es la adquisición de hábitos saludables tanto físicos como sociales y mentales? ¿Y si cada día que se va a "entrenar", es un día más que se forja el carácter y la personalidad de los chavales sobre la trasmisión de unos valores sólidos? ¿Y si, cuando el talento surja de todo ello, cada uno escoja lo que hacer con él y se le ayude a desarrollarlo? Esos sitios, por desgracia, cada vez escasean más. Pero los hay y, así, a bote pronto, se me ocurre uno del cual me han hablado diferentes personas sobre el buen hacer de sus responsables, de su predisposición, su actitud motivadora... La Escuela de Triatlón Outes. Me da que, después de tantos años de trabajo, el letrado ha encontrado un talento oculto que ha desarrollado a su manera, aunque quizás haya sido esa manera de ser la que hacía falta para sacar adelante un proyecto así. No necesitas el mejor material ni las mejores instalaciones, no necesitas que todo vaya bien para que vaya bien, pero si necesitas a las mejores personas. Al final todo se reduce a las personas, y los buenos, siempre ganan 😉
Habréis notado, que a lo largo de la entrada me refiero a los deportistas como chavales, y con ello hago referencia, como decía el guiñol de Hilario Pino, a todos todos, porque no soy yo de excluir a nadie pero el todos y todas no me gusta.
Ya para terminar, me gustaría hacerlo con unas palabras de Víctor Claver en Gigantes del Basket que creo muy acertadas: "he intentado ser fiel a mis principios, a lo que aprendí de pequeño en casa. Y, a partir de ahí, crecer... La frase que me decía mi padre siempre que me iba a las primeras concentraciones con la selección valenciana y luego con la española: "Aprende mucho y Disfruta". Y eso es lo que he intentado hacer, aprender hasta el último día. Esa ha sido mi filosofía... Un día me cogió mi padre y me dijo muy firme: "Si no llegas, no llegas; no pasa nada, no va a ser un drama. Seguirás estudiando y ya está. Pero si tienes la oportunidad tienes que ir a por ella..."
Entonces qué fue antes, ¿el talento o el trabajo?