Pongámonos en contexto. La entrada de hoy nace de otras entradas anteriores, se mezcla con una foto en el periódico y con una charla de un par de horas; de esas que arreglas el mundo cuando sabes que no tiene arreglo, pero que te arregla a ti por dentro al saber que no eres el único que piensa de cierta manera. Todo ello se gesta más tarde en un trote de 1h20 por el río Pesqueira en Lousame. Iba a ser menos pero, enfrascados en la tarea (la de pensar y la de correr) no dejamos de rodar hasta que más o menos le dimos forma y nos quedamos satisfechos. La noche amenazaba con pillarnos y nos pilló, pero llevamos frontal y no nos asusta... bueno, un poquito sí, jejeje.
Lo he dicho muchas veces aquí ya. Tantas, que incluso yo me canso a veces de escribirlo. Sin embargo sigo insistiendo porque, de no hacerlo, significaría que ya me da igual y he dejado de creer en el potencial de la gente (andamos cerca, eh. Como dice Buenafuente: "los malos están ganando"). Lo importante son las personas que te vas encontrando en el camino. Al final todo se reduce a las personas y yo tengo unas cuantas que son referentes a las que acudo cuando la ocasión lo requiere. Puedo pedirles opinión sobre determinados temas porque sé que van a estar ahí si lo necesito, o directamente tomar ejemplo de actitudes que les he visto aplicar en situaciones similares.
Canta Marwan que "conviene saber que lo único que debes aprender es que vinimos a aprender. Conviene saber que en este mundo hay demasiados gilipollas, amigos que es mejor no conservar..." Y aprendes, por las malas a veces, pero aprendes. Aprendes "a coger el cielo con las manos, a reír y a llorar lo que te canto, a coser mi alma rota, a perder el miedo a quedar como un idiota" Fito. Al final te quedas con lo bueno, de lo malo nada y te rodeas de personas que te enriquecen y te hacen ser tú siendo tú mismo.
Veréis, hay personas que tienen una manera de ser, una personalidad concreta con unos valores y principios que si te gustan bien y si no es lo que hay. No me malinterpretéis, esto no se trata de: es que yo soy así y no voy a cambiar. No, no, son personas que asumen sus responsabilidades con integridad, ética de trabajo e identidad propias (que no ideología); cuyo mayor talento son el corazón, coraje, voluntad y actitud con las que encaran los retos.
Son personas que, y aquí viene aquello de lo que más me gusta hablar, entienden el deporte como lo que realmente es y no transigen cuando este se malinterpreta o se utiliza con fines ajenos a su propia naturaleza, ponen límites, al campo si hace falta. Para ellos el deporte es oportunidad, libertad, diversión, amistad, cultura... El deporte es cultura porque cultura es todo aquello que te da herramientas para enfrentarte a la vida y en eso el deporte es la caña.
Son personas emprendedoras que ponen en marcha iniciativas, ya sea aquí al lado o en la otra punta del mundo y, esto es lo mejor, además las mantienen en el tiempo. ¿Que cómo lo hacen? Pues no sé, quizá con... integridad, ética de trabajo e identidad propia (nada, que no paro de repetirme, oye) ¡ah!, y con interminables horas de trabajo invisible de las que, solo la gente que no sabe valorar lo que realmente vale la pena, ve un resultado medible en números. Amigos, la grandeza no se puede medir en números. Se mide en el grado de satisfacción, de diversión, de superación, de compromiso de las personas a quienes va dirigido aquello que haces. Ese es el único resultado visible que importa.
Tengo un amigo cuyos valores y principios le llevan a hacer las cosas a su manera y estas salen adelante y salen bien. Me enteré por el periódico el otro día que le habían concedido un premio precisamente por eso, por hacer las cosas bien. Me parece perfecto porque, para mí, más allá de reconocer la labor que realiza, lo que realmente hacen es reconocer la manera de llevarla a cabo. Quiero pensar que premian todo ese trabajo invisible independientemente del resultado. Por cierto, me enteré porque lo ponía el periódico, en la foto no aparecía. Invisible hasta el final, como debe ser y como a mí me gusta. Por eso estas líneas van para ti, porque me corresponde a mí escribirlas sin tú pedirlas... como debe ser.
Tengo otro amigo, el de esa charla de dos horas en la que casi arreglamos el mundo (que importante hablar las cosas, ¿verdad?). El caso es que estaba yo feliz con mi disco de John Fogerty con canciones de la Creedence, un libro que conmemora los 50 años del álbum A Night at the Opera de Queen (este lo trajo Papá Noel para la familia), mi póster de la carrera de Negreira... y viene este de hacer feliz a un pueblo entero de África con unos cuantos balones, unas raquetas, unas camisetas y pocas cosas más. El tío destina sus vacaciones a llevar un poco de lo que tenemos aquí, cosas que damos por sentadas, adonde nada tienen y, ese poco nuestro, lo representa todo allá. El concepto de felicidad te cambia en un instante.
Las Navidades no son unas fiestas que me gusten especialmente, pero al final acabas por bajar la guardia y aflora la sensibilidad. Lo cierto es que soy de lágrima fácil. Love Actually, Notting Hill, Noche de Fin de Año... El discurso de Hilary Swank cuando la bola de Times Square se estropea es tan... "el año nuevo es una oportunidad de ser mejores, de hacer más, de dar más, de amar más"



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