sábado, 5 de noviembre de 2022

PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE CUANDO SALES A RODAR EN BICICLETA

"Fantasmas" lleva por título una canción de Fito y Fitipaldis que comienza con: "no dejaba de escribir sin saber lo que escribía, cada noche que lo intento se me vuelve a hacer de día" Para nada pretendo ser un fantasma con esto de las letras en ese sentido que se le da a la palabra cuando uno se cree demasiado bueno en algo, porque tengo claro que no lo soy, pero también tengo claro que no hace falta ser demasiado bueno para simplemente hacer lo que te gusta, sino nunca llegarás a poder serlo. Dice Kilian Jornet que "no hay una razón para correr. Si te gusta, hazlo" La madurez se consigue con la experiencia, y la maestría o el dominio de una disciplina, con la práctica. Y cuanto más practicas más te diviertes haciéndolo, si bien no hasta el punto de hacérseme de día, pero sí hasta el momento en que la comida espera y se oye un explícito: "¡¡la comida está en la mesa!!" Ahí es cuando te das cuenta que, o lo dejas ya, o se te puede hacer de noche, jejeje. 


Como podéis ver sigo tirando de la experiencia personal y, huyendo de lo que dice Fito en su canción, intento apoyarme en lo que creo conocer cuando escribo para tratar de ser creíble. Aclaraciones hechas, vamos allá con una de experiencias y con otra de tirar por tierra buena parte de aquello que me enseñaron hace ya muchos años en mis estudios de Inef. En mi defensa he de decir que, parafraseando a Marion Cotillard en "Un buen año" cuando le susurra al oído a un joven Russell Crowe: "mis labios siempre encuentran placer en los lugares más insospechados", mis piernas y mi cabeza siempre encuentran placer encima de la bicicleta. Unas veces más que otras, pero felices, siempre. La felicidad no está en querer tener aquello que crees necesitar, sino en luchar por conservar y disfrutar de todo aquello que crees que no necesitas simplemente porque ya lo tienes. Los placeres de las pequeñas cosas del día a día te cargan las pilas acometer otro tipo de actividades menos reconfortantes.  

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Los principios del entrenamiento varían en función de la persona que los enumere, pero hay unos cuantos en los que todos estamos de acuerdo y en función a eso trabajamos: sobrecarga, progresión, especificidad, continuidad, supercompensación... 

Hay una anécdota que cuenta Toni Nadal que le sucedió con un padre en la academia de tenis en la que trabajaba. El padre de un alumno le dice, un pelín enfadado: "¿qué le enseñas a mi hijo que no aprende nada? Ante esto, Toni Nadal le contesta: "entre lo que yo le enseño a tu hijo y lo que él aprende hay una gran diferencia" dando a entender la falta de actitud y poco interés mostrado en la tarea. Bien, en mi caso y en lo que al deporte se refiere, creo que la actitud y el interés son los correctos, y la teoría de los principios del entrenamiento me la sé, pero los aplico a mi manera. 

Domingo de principios de verano. Salgo a desayunar con mi mujer, damos un paseo y hacemos unas compras. Hecho esto me pregunta qué quiero hacer y le contesto que no sé -que mal mentimos ¿verdad- como si tuviera ciertas dudas cuando ella sabe de sobra, porque me conoce bien, en lo que estoy pensando con el buen día que hace. Así que hasta el momento, de incertidumbre, nada. Yo por mentiroso, y ella, por la certeza de que estoy... mintiendo.

Agarro la bicicleta y me dispongo a disfrutar de un agradable rodaje de domingo para completar la semana y asimilar el entrenamiento de los días precedentes. Me gustaría dejar claro que yo no entreno, ya no, solo salgo a hacer deporte, a montar en bicicleta. Nada estructurado, vamos. Algún calentón de vez en cuando, más cuando que solo alguna vez, la verdad. Bueno, el caso es que a mi edad necesito calentar bien y luego ya... me caliento, jejeje. Con esto tenemos cumplido el principio de la Especificidad, porque al final uno no se puede contener y acaba siempre a full; unas veces en el llano, otras picando un pelín hacia arriba tirando de plato, otras con unas aceleraciones... Nos acabamos de cargar el principio de la Progresión a costa de abusar del de Sobrecarga, y además, cumplimos con el de la Variedad, que dicen que ahí es donde está el gusto. Buff! el de la Supercompensación cada vez es más difícil de alcanzar porque, al menos en mi caso y sabiéndome la teoría, sigo sin tener la paciencia necesaria para darle el tiempo necesario al cuerpo para poder recuperar, y tampoco recuperamos igual de bien que unoooosss cuantos años atrás, para que nos vamos a engañar. De "Tapering", técnica que consiste en reducir las cargas en los días previos a una competición importante para optimizar el rendimiento, vamos muy mal. Pero como ya no competimos tampoco importa, así que machacamos el cuerpo siempre y cuando este nos lo permita, porque aquello del "si quieres, puedes" no es para nada como te lo habían contado. Eso es para los más buenos de los buenos porque, si no puedes, por mucho que quieras, la llevas clara. Tenemos tres tipos de personas: las que dicen que quieren pero que no pueden... suena a excusa de las malas. Las que pueden pero, lamentablemente, la mayor parte de las veces no quieren. Y luego, tenemos a las que quieren de verdad, que parece que no pueden, pero que a fuerza de intentarlo y de ir haciendo camino con criterio y responsabilidad acaban conociendo sus límites. Y vosotros, ¿qué tipo de persona queréis ser?
Hay un dicho mejicano que podría perfectamente aplicarse en este caso: "si no está de tocarte, ni aunque te pongas delante. Y si está de tocarte, ni aunque te quites" Aquellos que habéis sido bendecidos con el don del talento y la habilidad en la tarea que sea, aprovechadlo bien, pero no olvidéis que los mayores talentos son la voluntad, la actitud y la motivación con la que se encaran los retos porque multiplican... uy! creo que esto era de otra entrada.

Venga, vamos con el principio que nos ocupa hoy, que no es un principio como tal pero lo vamos añadir. Cosecha propia. La Incertidumbre. Yo lo aplico así cuando las condiciones son óptimas. La Incertidumbre comienza, como no podía ser de otra manera, sin tu esperarlo, te pilla por sorpresa y ahí tienes que ser valiente y decidir deprisa.
Os decía que salí el domingo a hacer un rodaje fácil. Cielo despejado, solecito, calorcito sin apretar demasiado, nada de viento, día perfecto. Pero de repente, la luz baja. Ostras!!! Miras al cielo sin dejar de mirar la carretera y una nube un pelín negra te da que pensar -primer síntoma de incertidumbre-. Vale, cambiamos recorrido y buscamos el claro, allí donde las nubes no se acercan al suelo y probablemente no llueva. Los que montamos en bici tenemos un sexto sentido para la lluvia, pero no como los zahorís que buscan el agua, nosotros escapamos de ella, o al menos lo intentamos. Pero la nube, que está allá en lo alto y tiene un ángulo más amplio de visión te ha visto, llama a los refuerzos y comienzan a perseguirte. Las primeras gotas no tardan en caer y, lo que se preveía un día de rodaje fácil se transforma en una sesión de series o cambios de ritmo buscando el siguiente claro o, en caso de que las piernas digan basta y no pare de llover, la siguiente marquesina donde recuperar. Por lo tanto, no sabes si el fartlek o la serie va por tiempo o por distancia, decides sobre la marcha. Claro que siempre puedes mojarte y ya está, pero no es tan divertido.


Otro modo de manifestarse la incertidumbre y fastidiarte el día de rodaje son los perros. La incertidumbre, en este caso, varía en función del tamaño del perro, lo en forma que esté para perseguirte y, en última instancia, el miedo que tengas tú para enfrentarte a él. Hay una serie de aldeas por las que procuro no pasar cuando pedaleo en soledad; Aldarís, Lesende a veces, la subida por Runs hacia Iroite, la última vez por Vilachán fue terrible. Cuando pasas cerca de granjas y te salen varios perros, que más que perros son no sé, caballos ladradores, no hay umbral anaeróbico que valga ni potenciómetro que se precie capaz de medir la sensación de alivio que sientes cuando por fin se dan por vencidos. Es como ese método de entrenamiento de la fuerza de una repetición máxima pero trasladado a la bicicleta, fullgas a tope. Lo reconozco, soy un acojonado con los perros amenazantes de gran tamaño. Dicen que huelen el miedo, y debe ser así porque paso un mal rato de verdad. Sin embargo, cuando voy acompañado por José Ramón, Toxo o Pepe, mi nivel de miedo baja exponencialmente en relación a la actitud mostrada por los perros. Cabeza baja, meten el rabo entre las piernas y tiran para casita pensando: "cuidadín, que hoy viene con refuerzos y llevamos las de perder. Ya te pillaremos otro día"

Una tercera manera de trabajar la incertidumbre, y esto no lo he vivido en persona pero me lo han contado, es lo que Iván Raña llama "emboscadas". Si con la lluvia sabes que te mojas, y con los perros que muerden o pueden tirarte, con el Sargento Raña nunca sabes que puede pasar a pesar de que sabes, seguro, que algo tiene preparado. Es la mayor incertidumbre que puede haber. No sabes cuándo ni dónde, no sabes cómo, pero sabes por qué. Montar en bici tiene que ser divertido. 


Ya para terminar, en Inef me enseñaron bien y trato de aplicarlo con las actualizaciones pertinentes que la ciencia y la experiencia me aportan. Con los demás, siempre. Conmigo mismo, reconozco que con los años me he vuelto más anárquico, y como el reloj ya no me marca los ritmos, sino solamente la hora de volver a casa, lo principal, y esto sí que siempre ha sido así tanto con los demás como conmigo, es volver sano habiendo disfrutado y con ganas de más, que mañana es otro día.

De la incertidumbre que nos provocan los coches a los que montamos en bicicleta hablaremos otro día. Ese es un tema demasiado serio comparado con el tono desenfadado de la entrada de hoy. 


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