La entrada que nos ocupa no guarda una relación estrecha con el mundo del deporte, de hecho no la tiene, pero vamos a utilizar una serie de metáforas para intentar ver alguna similitud, que como comprobaréis más adelante, si las hay.
De un tiempo a esta parte, mi experiencia como profesor me ha enseñado que la educación está cambiando, y mi experiencia no es demasiado larga lo que da a entender que lo está haciendo de una manera rápida. Pensaréis que en esta vida todo está en movimiento y en cambio continuo y que la educación no puede quedarse atrás. Y así es, tiene que avanzar y adaptarse a los cambios para seguir cumpliendo el objetivo final que es formar a personas válidas para que formen parte de una sociedad en la que integrarse y si es posible mejorarla.
Me gustaría dejar claro antes de seguir que lo que voy a expresar a continuación es una opinión personal y dentro siempre del punto de vista de mi asignatura que es la Educación Física. Dicho esto, los cambios a los que me refiero tienen que ver con el comportamiento y las conductas de los alumnos y en especial con la relación de estos con los profesores. Hay ocasiones en que cualquier persona ante las perspectivas que le esperan al llegar al trabajo puede perder momentaneamente las ganas de cumplir con su obligación y desearía no hacerlo, ponerse enfermo de repente y tener así una excusa. Sin embargo, trabajar no es un castigo, aunque a veces por circunstancias así pueda parecerlo. En mi caso es una satisfacción poder disfrutar de la relación que se establece con la mayoría de los alumnos que agradecen la labor que puedas desarrollar.
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Hay una gran minoría de alumnos que se aferran a sus derechos como tales pero que no quieren ejercer a cambio las resposablidades que conllevan. La escuela es una sociedad en pequeño y como tal tiene unas normas que hay que acatar para que la cosa funcione. Las relaciones tienen que estar basadas en el respeto mutuo y en el respeto a las funciones que cada uno cumple dentro de ella. Los profesores no son cuidadores de los alumnos en el sentido de soportar todo lo que a estos se les antoje, sino que son el complemento para afianzar lo que tienen que traer adquirido de casa y el medio a través del cual descubrir nuevos conocimientos. Con el paso de los años me he ido encontrando cada vez más con alumnos que por las circunstancias que sean se resisten a sacar lo mejor de si mismos y se empecinan con conductas que a todas luces no son las más apropiadas, ni para ellos ni para aquellos(compañeros y profesores) que tienen a su alrededor que también salen perjudicados. Las cosas no siempre son negras o blancas, pueden ser grises. Pero los chavales deberían ser capaces de ver aquello que está rematadamente mal y lo que por el contrario se considera que está bien. Y cada vez más me encuentro con alumnos que no son capaces de discernirlo. De reconocer los grises ya ni os cuento. Y esto no se aprende en la escuela. Esto no es una opción, tiene que venir de serie, se aprende en casa.
Los profesores, en contra de la opinión de estos alumnos, no estamos para tocarles las narices. Lo más fácil en las situaciones difíciles sería "pasar", pensar que si tu no quieres no lo voy a hacer yo por ti, yo voy a hacer mi trabajo de la mejor manera posible y tú tienes que sacar el mayor provecho posible porque es tú obligación y tú derecho. Pero las cosas no van así. "Pasar" no es una opción y acabas buscando el modo de sacar algo de donde parece que no lo hay porque, aunque no lo parezca, te importa. Bajas tus expectativas y buscas que asimilen unos conocimientos mínimos, que sean capaces de llevar a cabo unos procedimientos básicos y que sobre todo adquieran unos valores firmes que los conviertan en mejores personas que de gente ya está lleno el mundo. El problema es que estos valores no deben adquirirse en la escuela sino en casa. En la escuela, en todo caso, se afianzan. El entorno familiar, a estas edades tempranas, es el máximo responsable de llevar a cabo el, digamos, trabajo de base en cuanto a valores, conductas, actitudes y comportamientos. Los niños aprenden rápido, aprenden de lo que ven cada día, y debemos ser un ejemplo para lo bueno y, en ocasiones, también para lo malo que de eso también se extraen valiosas lecciones para el futuro. Los niños debieran llegar a la escuela con una base sólida en este aspecto. Facilitaría mucho el trabajo posterior que los alumnos fuesen capaces de reconocer por si mismos conductas y comportamientos erróneos e intentasen no reproducirlos. Yo, por mi trabajo, tengo que lidiar a menudo con estos temas. Veo y sufro comportamientos y acciones incorrectas, conductas que como padre no quiero que mi hijo reproduzca, y por ello invierto el tiempo que sea necesario en decirle que no está bien y en explicarle porque. El tiempo dirá...
El trabajo de base se llama así porque son los cimientos sobre los que más adelante se van a sustentar trabajos más específicos que de otro modo serían imposibles de realizar(la casa no se empieza por el tejado). Y se llama así también porque hay que llevarlo a cabo en la base, en los inicios, al comienzo de una trayectoria deportiva. Si coges a un triatleta ya curtido y le preguntas que cosas cambiaría de tener la oportunidad de empezar de nuevo, te diría, casi con total seguridad, que empezaría a nadar antes, de pequeñito. La razón que te daría sería que es el deporte más técnico de los tres y a edades tempranas se aprende mejor y se asimilan los conocimientos con más facilidad. Luego es como montar en bicicleta, no se olvida. Aunque parezca mentira, con los años y en lo referente a la natación, por experiencia propia y prometo que me sé lo que hay que hacer, nunca voy a conseguir nadar como a mí me gustaría. Quizás mejore, seguro, por un aumento de los niveles de fuerza específica, pero es dificílisimo, por no decir casi imposible, adquirir el bagaje y experiencia de gente que lleva nadando años y que además lo ha hecho desde pequeñito. Incluso de gente que, dejando la natación por un tiempo, al retomarla otra vez va a tener un punto extra porque la aprendieron de pequeños cuando se es más susceptible de aprender y además de hacerlo bien. Si el dicho, la experiencia es un grado es cierto, en deportes como la natación, es incuestionable. Recuerdo nitidamente una ocasión trabajando de socorrista en la piscina municipal de Padrón. Al cerrar al mediodía me echaba a nadar un rato con los chavales(10/12 años) del club. Recuerdo nadar yo a crol a tope y ellos machacarme haciendo tan solo pies con una tabla en las manos. Sentir el agua que le llaman. Yo no sé como se hace eso. Ya me gustaría.
La transmisión de valores es lo mismo. La niñez es el período más susceptible para que los alumnos adquieran unos valores imprescindibles que les ayuden en su caminar por la escolarización y más adelante por la vida con una incorporación plena a la sociedad. Por suerte, y con mucho esfuerzo seguro por parte de los padres, la gran mayoría de los chavales son personas maravillosas por las que merece la pena levantarse cada mañana e ir a trabajar con una sonrisa en los labios. Tengo una amiga que tiene una hija pequeña. Nos vemos poco. Cuando lo hacemos y salen temas del cole le comento que cada vez es más difícil conectar, que los niños a veces te exasperan, que estoy un poco cansado de negociar por todo, etc. . También le digo que pasar un rato con su hija me hace ver las cosas de otro modo, que me hace ver que es posible transmitir valores y que estos ahonden en esas pequeñas personas que son nuestros hijos y que me voy con las pilas cargadas preparado de nuevo para la "guerra" que puede ser una clase.
Por favor, trabajemos más con nuestros hijos y seamos un ejemplo para ellos. Por ellos y por nosotros.
P.D.: Os dejo a continuación un video musical del Canto del Loco que lleva por título PERSONAS. Creo que es muy apropiado.
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